Soldados británicos desfilando en su partida hacia la guerra (1854). Fuente: https://www.britannica.com/event/Crimean-War

Introducción

La Guerra de Crimea fue un conflicto bélico que se desarrolló entre 1853 y 1856 en el marco geopolítico de la península Balcánica y del Mar Negro. Los bandos enfrentados fueron Rusia, por una parte, y Turquía (o mejor Imperio Otomano), Francia y Gran Bretaña por otra.

La zona indicada anteriormente se disputaba, en aquellos momentos, entre el Imperio Otomano, que ya había iniciado un lento proceso de decadencia, y Rusia. Esta última mantenía una política expansionista sobre estos territorios, política impulsada por el zar Nicolás I (reinó entre 1825 y 1855). Durante su reinado  impulsó la difusión de un pensamiento eslavófilo, basado en la religiosidad ortodoxa, el predominio de lo eslavo sobre lo occidental y la obediencia absoluta al zar –se trataba de una monarquía absoluta. En política exterior actuó como eficaz «gendarme» contra las revoluciones liberales  y nacionalistas que se produjeron en Europa durante su reinado. Siguiendo esta política sofocó militarmente el intento de independencia polaco de 1831 y ayudó a Austria a aplastar la revuelta húngara de 1849. Por esas razones,  Nicolás I se convirtió en un referente europeo de las fuerzas reaccionarias que se habían difundido por el continente tras el Congreso de Viena (1815).

Aprovechando la debilidad del Imperio Otomano, el zar desarrolló una agresiva política contra él. Su objetivo era dividirlo y establecer un protectorado ruso sobre la población ortodoxa de los Balcanes. Ambos imperios ya se habían enfrentado en la guerra ruso-turca de 1828-1829, provocada por la independencia de Grecia, que fue apoyada por Rusia. La victoria en la guerra le valió al zar el control de buena parte de la costa oriental del Mar Negro y el reconocimiento otomano de la soberanía rusa sobre Georgia y parte de la actual Armenia.

Cambios en las fronteras del Imperio Otomano (1807-1924). Fuente: https://www.britannica.com/place/Ottoman-Empire/The-empire-from-1807-to-1920

Dicho conflicto puso de relieve también la importancia estratégica del paso de los estrechos del Bósforo y de los Dardanelos, así como el miedo de Francia y Gran Bretaña a que el Imperio Otomano permitiese a Rusia que su flota de guerra los atravesase. La cuestión se cerró con la firma del Acuerdo de Londres (1841) que afirmaba el control otomano de ambos y prohibía a todas las potencias el paso de sus buques de guerra por los mismos.

Estrechos entre el Mar Mediterráneo y el Mar Negro. Fuente: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:EstrechosDelMarDeM%C3%A1rmara.svg

Las causas de la guerra

Podemos distinguir dos tipos de causas. El primer tipo fue explícito y fue usado por Rusia para justificar su ataque. En esta explicación tuvo mucho que ver el factor religioso. Rusia era la protectora de los cristianos ortodoxos que vivían bajo el Imperio Otomano, lo mismo que Francia lo era de los católicos. Ambas potencias presionaban al sultán otomano Abd-ul-Mejid I para fortalecer sus prerrogativas y derechos, pero sus demandas eran incompatibles entre sí. Finalmente, el sultán optó por aceptar las peticiones francesas. La decisión otomana implicó la respuesta bélica del zar, que envió sus ejércitos a ocupar Moldavia y Valaquia, territorios vecinos de Rusia.

Nicolás I creyó que las potencias occidentales no se opondrían a la anexión por agradecimiento al papel  que había desempeñado durante las revoluciones de 1848. Pero tal pronostico no se cumplió.

Invasión rusa de Moldavia y Valaquia. Fuente: https://fr.wikipedia.org/wiki/Fichier:Crimean_war_map_1853-12.svg

El segundo tipo de causas, implícito, respondía a los intereses geoestratégicos y económicos de los contendientes. El avance ruso hacia el mar Mediterráneo amenazaba los intereses británicos y franceses en Oriente Próximo y en el Mediterráneo oriental. La respuesta de Gran Bretaña a la anexión de Moldavia y Valaquia fue el envío de una flota hacia los Dardanelos, donde se unió a otra francesa. La medida constituía un claro aviso al zar.

Paralelamente, las cuatro grandes potencias neutrales –Francia, Gran Bretaña, Austria y Prusia – se reunieron en Viena y elaboraron una propuesta de paz que fue aceptada por Nicolás I, pero no por el sultán Abd-ul-Mejid I, que la consideró ambigua. Las posteriores modificaciones no fueron aceptadas por el zar. La negociación encalló ante la intransigencia rusa y otomana. Francia y Gran Bretaña se retiraron de las negociaciones. El siguiente paso era la guerra.

El transcurso del conflicto bélico.

Elaboración propia

La guerra comenzó con el ataque de las tropas otomanas a las rusas en la frontera del Danubio (junio 1853). La flota rusa respondió (diciembre 1853) atacando a la otomana en el puerto de Sinope –situado en pleno corazón de Turquía– y permitiendo el desembarco de sus tropas. La derrota naval otomana y la posibilidad de un rápido avance ruso alarmaron a Francia y a Gran Bretaña y en marzo de 1854 entraron formalmente en guerra contra Rusia.

Ataques rusos a las fuerzas otomanas (diciembre 1853)

Austria, que se mantenía neutral, desempeñó, sin embargo, un importante papel en los inicios del conflicto. Su oposición firme al avance ruso en los Balcanes y su amenaza de entrar en guerra a favor de los otomanos, obligó a los rusos a evacuar Moldavia y Valaquia y a permitir que las tropas austriacas ocuparan su lugar en agosto de 1854. Esta medida obligó a las fuerzas otomanas y franco-británicas a llevar a cabo un cambio en su estrategia.

Sus acciones se trasladaron entonces a la península de Crimea, teniendo como principal objetivo la toma de Sebastopol, sede de la flota rusa del Mar Negro. Una importante fuerza aliada desembarcó en Eupatoria a fines de septiembre (de 1854), pero al dirigirse hacia el sur se encontró con un ejército ruso de unos 40.000 hombres, comandado por el general  Menshikov, que ocupaba un terreno elevado cerca del río Alma, justo al norte de Sebastopol. En la batalla del río Alma, los rusos no pudieron resistir el envite de los aliados y fueron derrotados, replegándose hacia Sebastopol. La dureza de la batalla puede deducirse de las pérdidas humanas de ambos bandos: unos 9.000 hombres, dos tercios de las cuales fueron sufridas por los rusos.

Ataque aliado a la península de Crimea (septiembre 1854). Fuente: https://fr.wikipedia.org/wiki/Guerre_de_Crim%C3%A9e

Tras establecer los aliados el sitio de Sebastopol, el segundo gran enfrentamiento de la guerra se produjo el mes siguiente, octubre. Los rusos, intentando aliviar el asedio de la ciudad, lanzaron un ataque contra la retaguardia de las posiciones británicas en el puerto de Balaclava, a unos diez kilómetros al sureste de la base naval. La batalla se saldó también con una derrota rusa. El mismo significado estratégico tuvo la batalla de Inkerman, que aunque no se puede considerar una derrota rusa, tampoco logró menguar la dureza del asedio. El enfrentamiento coincidió con el inicio del invierno, circunstancia que aportó más penurias a las fuerzas implicadas, especialmente a los sitiadores.

Asedio de Sebastopol (noviembre 1854). Fuente: https://fr.wikipedia.org/wiki/Guerre_de_Crim%C3%A9e

En enero de 1855 Cerdeña-Piamonte, que buscaba un acercamiento político y militar con Francia, se sumó al bando aliado, aportando 10.000 soldados. A mediados de septiembre de este año, las tropas rusas volaron las fortificaciones, hundieron la flota allí anclada y evacuaron Sebastopol. Aunque la guerra prosiguió un tiempo en zonas del Cáucaso y del Mar Negro, la victoria aliada estaba clara.

Rusia aceptó los términos preliminares de paz el 1 de febrero de 1856. El Congreso de París elaboró el acuerdo final entre febrero y marzo, firmándose el denominado Tratado de París el 30 de marzo de 1856. En él se garantizó la integridad de la Turquía otomana y se obligó a Rusia a entregar el sur de Besarabia (Moldavia), aunque ganó algunos territorios en el Cáucaso. El Mar Negro fue neutralizado y el río Danubio se abrió a la navegación de todas las naciones.

Resultados territoriales del Tratado de París (1856). Fuente: Kinder, H; Hilgemann, W. Atlas histórico mundial. Vol I.

Conclusiones.

La guerra de Crimea de 1853 a 1856 causó la enorme cifra de 250.000 bajas. La mayoría de ellas estuvieron causadas por las deplorables condiciones higiénicas y de equipamiento –sobre todo para enfrentarse al duro invierno ruso– de las tropas, así como por la propagación de la epidemia de cólera de 1855, que afectó extraordinariamente tanto a unos campamentos hacinados como a la sitiada ciudad de Sebastopol.

A este respecto cabe resaltar el papel de la enfermera británica Florence Nighttingale que en el hospital de campaña de Üsküdar revolucionó el tratamiento de los soldados heridos. Fue el inicio del desarrollo de la medicina militar moderna; simplemente con la mejora de la higiene y la ventilación de los establecimientos hospitalarios, así como con la aplicación de medidas preventivas contra las infecciones se logró una sustancial mejora de la supervivencia de los heridos. Por primera vez, las mujeres pudieron actuar como enfermeras en un conflicto bélico. La guerra tuvo otras peculiaridades destacables, como la aparición de los primeros corresponsales de prensa en los frentes.

Hospital militar. Fuente: https://www.esciupfnews.com/2020/09/08/enfermeria-moderna-nightingale/

El viraje de Austria hacia Francia y Gran Bretaña le privó del apoyo de Rusia  en sus complicadas relaciones internacionales, ausencia que se mostró fundamental en las derrotas austriacas de 1859 –que supuso la pérdida de Lombardía en favor de los italianos, aliados con Francia– y de 1866 frente a Prusia. Estas derrotas facilitaron las unificaciones de Italia y Alemania, mientras que  Austria veía disminuir o desaparecer su influencia tanto en el norte de Italia como en el mundo germánico. Se volcó entonces en el objetivo del dominio de los Balcanes, proceso que acabaría desembocando en la Primera Guerra Mundial. Tampoco sirvió el conflicto para aliviar las tensiones entre rusos y otomanos, que continuaron vigentes, tal y como mostró la guerra ruso-turca de 1877-1878.

La guerra había debilitado, además del Imperio Otomano, tanto a Austria como a Rusia, dos de las potencias que más se habían empeñado en mantener vigente el orden derivado del Congreso de Viena de 1815. Su debilidad facilitó la expansión por Europa tanto de los nacionalismos agregadores o disgregadores como del liberalismo. 

En Rusia, el nuevo zar, Alejandro II, que había sucedido a Nicolás I en marzo de 1855, tomó conciencia del atraso económico y social ruso y adoptó importantes reformas para resolverlo y, paralelamente, mejorar sus capacidades militares –extensión de la red ferroviaria, emancipación de los siervos, …

Bibliografía.

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